La era digital es el único cambio a seguir si se desea continuar con la enseñanza universitaria
Para Carlos Alberto Bernal Román, docente del programa de Relaciones Internacionales, con más de 10 años de experiencia al interior de la Universidad y de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, educar en tiempos de pandemia se ha convertido en todo un reto personal y profesional.
Sus compañeros cercanos de trabajo lo califican como un catedrático con alto sentido de pertenencia hacia la Institución y totalmente comprometido con la búsqueda de formas, maneras y metodologías que le permitan entregar un conocimiento útil, práctico, pero también cercano a sus experiencias de vida.
Un hombre que antes de ejercer la docencia, y gracias a su carrera Diplomática y Consular, logró conocer varios países, culturas, desarrollos y actividades, que se convirtieron en esenciales a la hora de elaborar sus clases y ejercer como mentor de los jóvenes bonaventurianos.
Pero la seguridad de su enseñanza en el aula, la relación interpersonal con sus estudiantes, las tradicionales conversaciones en pasillos o áreas comunes, así como el uso incomparable del libro físico como herramienta de aprendizaje y retroalimentación, de un momento a otro, se vieron amenazados por un suceso que lo cambió todo.
¿Cómo ha sido educar para Carlos Alberto en tiempos de pandemia?
Carlos, al responder nuestras preguntas, se cuestionaba una y otra vez sobre si habíamos escogido a la persona correcta para el desarrollo de este reportaje, ya que consideraba que no tenía mucho qué contar. Pensaba que valdría la pena conversar con alguien que dominara mucho mejor la virtualidad y la tecnología, para que realmente fuera un documento que pudiera cautivar a los lectores.
Lo que Carlos no sabía era que su temor frente a lo desconocido en temas de educación virtual fue todo lo necesario para obtener un producto escrito con interesantes aportes y esmerados compromisos por aprender para enseñar y para entregar lo mejor de sí, viendo las circunstancias no como un obstáculo, sino como una oportunidad de evaluación y cambio.
Todo ello ratificó la decisión acertada de su elección para estas memorias.
Mi primera turbación fue la de pensar si yo como docente universitario sería capaz de diseñar lecciones en línea funcionales y tener que enseñar una cultura basada en el aprendizaje tecnológico en la que personalmente no estaba preparado.
Tener que cambiar sus manuales y las acostumbradas formas de enseñar, que hoy por hoy podrían verse como obsoletas, lo hicieron entender que se asomaba un enorme desafío educativo que podría alterar no solo la vida de los estudiantes, sino la de él mismo.
Carlos reconoció que ahora el sentido más dispuesto para el aprendizaje era la visión y no el oído, de tal forma que: todo comenzó a girar alrededor de la visualización y me ha costado aprieto, no lo niego, la interacción por Zoom con alumnos, que cuentan curiosamente con una cultura basada en el aprendizaje tecnológico por sus tiempos y edades modernas; se volvieron mis asesores…
Por ello, acogió con responsabilidad y compromiso los esfuerzos que ha hecho la Universidad de San Buenaventura para que su planta docente adquiera experiencia académica virtual. Echa de menos
sus métodos de ‘vieja escuela’, pero tiene claro su nuevo reto colectivo: seguir siendo buenos docentes, que develen al final que seguimos siendo excelentes maestros de nuestro dignísimo centro universitario.
Los recursos informáticos se le volvieron una obsesión
Hablar sobre nuevas herramientas pedagógicas para Carlos es hablar de modificar la manera de transmitir el concepto, la definición, el análisis, porque según él la competencia digital es una herramienta muy importante y tuve que destrabar mis miedos de no estar capacitado, pero también empecé a cerrar la brecha del distanciamiento entre la clase presencial y la clase virtual… Y es lo que lo motiva a comprender que lo digital era el único cambio por seguir si deseaba continuar con la enseñanza universitaria.
Nunca antes había visto al correo electrónico institucional como un canal de comunicación que permitiera la interacción con todos, la forma para solucionar dudas y vacilaciones; que sirviera tan apropiadamente para la remisión de documentos cuando otras plataformas fallaban, o se convirtiera en un aliado de la amistad y en un confesionario, donde le expresan al docente los motivos del retraso en la entrega de trabajos o la demora en el tiempo de acceder al aula virtual.
De acuerdo con las instrucciones universitarias, tuve que entender que la plataforma Moodle me servía como pizarra para transmitir el conocimiento y realizar prácticas, como foros, debates, exposiciones etc. Aun cuando, al día de hoy, las dudas y la inexperiencia todavía me asaltan sobre mi nivel de conocimiento sobre el manejo de la misma, pero se ha conseguido la distensión y animación, y a veces el descanso intermedio en los grupos.
De otro lado, es imposible para Carlos dejar de usar el libro de texto como herramienta para el estudio, la investigación o la comprensión de lectura por parte de sus alumnos: me tropiezo con la dificultad de la consulta de la obra investigativa recomendada y debo proceder al envío de fotocopias, y a veces las unidades de recopilación se llenan de textos. Algunos están pasando la pandemia fuera de sitios accesibles a consultas bibliográficas, por eso se vuelve una herramienta valiosísima como instrumento de estudio, la remisión de los textos correspondientes.
Considera que facilitar los textos es una labor impredecible, ya que en Internet no siempre se encuentran los pasajes citados por el profesor.
¿Cómo le va con su rutina de clase y métodos de evaluación?
Argumentó su respuesta con definiciones realizadas por el Ministerio de Educación Nacional, donde se concibe al docente como pilar de esperanza. En ese sentido y siguiendo el modelo pedagógico de la Universidad de San Buenaventura, en lo referente a lo cotidiano como un componente para posibilitar que la vida cargada de sentido y esperanza suceda en el escenario de lo pedagógico, Carlos prepara sus clases bajo el principio de cotidianidad para hacerlas más dinámicas, explicando lo más claro posible y generando oportunidades y experiencias para que cada hora de su enseñanza se proyecte en la vida profesional del estudiante.
Aunque no ha realizado cambios estructurales significativos en las evaluaciones que la misma Facultad ha aprobado, mencionó que las calificaciones se obtienen de tareas que demandan una evaluación académica integral, como, por ejemplo, en las pruebas parciales he recurrido a preguntas
elaboradas para conocer su acercamiento y compromiso, y, por tanto, son interrogatorios para establecer el nivel de conocimiento.
Hay una evaluación sumativa que ayuda al porcentaje establecido en las pruebas parciales, y una muy importante que siempre ha sido una gran emoción para mí, que los alumnos valoren (sin calificación) los trabajos de investigación de sus compañeros, pues generalmente los temas presentados por los estudiantes son de tipo formativo y entran en el programa de estudio, de ahí la valoración recíproca entre ellos.
En sus clases promueve debates, conversatorios, simulacros de actos protocolarios, que llevados a la práctica le han complacido porque a pesar de la virtualidad, tanto las condiciones y características de su preparación como el nivel educativo se presentan con gran profesionalismo por parte de los estudiantes, probando que lo virtual se puede convertir en un aliado muy importante.
Entonces, ¿cambiará su labor docente con esta incursión obligatoria hacia el uso de la tecnología?
Carlos afirma que la revolución digital dejó la enseñanza tradicional del uso del lápiz y el papel en el olvido, pero grave es, en mi criterio, que a la enseñanza basada en libros la virtualidad la esté convirtiendo en elementos opacos en forma y, sobre todo, estáticos en su contenido; esto lo dice paradójicamente una lectura que fue objeto de mi parte de un texto de internet.
También se muestra inquieto por una enseñanza que, en cientos de países como el nuestro, tropieza con una difícil situación económica, con regiones olvidadas o con la extrema pobreza de muchas ciudades que aún no pueden acceder a tener equipos de computación y estudios virtuales porque falta financiación.
…hoy aún se necesita la pizarra, la tiza, el borrador, el libro y el gran profesor de carácter presencial en muchos rincones del mapa colombiano, para ser específicos.
Comprendiendo todas estas realidades, tal vez ocultas frente a una vida cotidiana, Carlos siente que su comportamiento de tranquilidad hogareña se ve agitado frente al desasosiego del cambio y de la falta de proyectos solidificados para la enseñanza bajo la nueva metodología.
Esto hizo que a mi alrededor aparecieran asesores familiares, amigos, colegas que comenzaron a instruirme en los pasos a seguir en el manejo del teclado, de los íconos que las plataformas nos mostraban y, por supuesto, que mi nivel de preparación parecía derrumbarse porque la tecnología se convertía, cerca de mí, en un asunto más importante que el uso de la palabra, y eso cambió mi forma de ver y entender la docencia y el arte de instruir.
Entonces, tuve que modificar mis pensamientos sobre el comportamiento de la subsistencia y del diario vivir, pero bajo los principios franciscanos de enseñar dentro de la perspectiva de la fraternidad y la justicia social, pero ahora de una forma diferente (vía virtual) y sin apartarme de lo que yo mismo creo que es coincidente con el modelo pedagógico de la Universidad de San Buenaventura, seguí adelante con el deseo de adiestrar a mis alumnos en el campo internacional de la política.
En cuanto a su vida personal y familiar, Carlos afirma con vehemencia que ha notado un gran cambio porque, debido al tiempo que dedica en su preparación tecnológica, sus familiares se sienten relegados y le exigen, de buena manera, momentos de esparcimiento y de vida hogareña.
¿Cuáles serán sus retos ahora?
Mi primer reto es ser idóneo e imprescindible para ser competente digitalmente, porque los jóvenes se definen como autodidactas en el uso de la tecnología, y esto parece dar la impresión de que el profesorado ha quedado en un segundo plano, en lo que respecta a la trasmisión del conocimiento de la era digital.
Fue tan estricto en su respuesta que, basado en diversos autores, concluyó: la competencia digital de los docentes para adecuar la educación es un reto de esta era moderna, lo que, por supuesto, es un paso inaplazable, puesto que el enseñante debe ayudar a sus alumnos a que también desarrollen un alto grado de competencia digital.
¿Vacíos en la educación a raíz de la pandemia?
Con un toque de nostalgia en sus palabras, Carlos considera que el primer agujero en este proceso de adaptación es que los salones de clase quedaron vacíos, y con ellos, las metodologías y herramientas tecnológicas que la clase presencial demandaba.
Entre líneas, se podrían destacar pensamientos en los que Carlos consideraba que la llegada inesperada de la virtualidad dejaba vacíos y sinsabores, como, por ejemplo:
…la aparición de la pandemia hizo que los profesores no tuviéramos tiempo de cambiar, no fuimos la excepción, sin importar la edad, la experiencia o el perfil que tengamos, ni mucho menos la cantidad de estudiantes del estrato social para el que trabajamos.
…sin duda, el trabajo desde casa a través de la virtualidad fue un escenario donde algunos alumnos inicialmente no encontraron satisfacción con la educación impartida y la tarea de ser maestro ya no era tan fácil como la sociedad lo hacía ver…
…tuve que acudir a varios compañeros con un gran bagaje en el campo de la tecnología y la virtualidad, y empecé a pedirles asesoría, cayendo en la trampa del verbo de moda en el lenguaje popular, de ‘reinventarme’ a través de una pantalla.
…para muchos alumnos el campus universitario era un lugar de esparcimiento y refugio. Las emociones hoy cambiaron y se crea un vacío muy notorio en la necesidad de automotivar a los estudiantes para realizar de manera satisfactoria su proceso académico.
…el sector educativo es quizás uno de los más afectados por la pandemia, y reclama cambios estructurales y pedagógicos que hasta ahora estamos descubriendo.
¿Y entonces, cuál es el mensaje?
Para cerrar la entrevista que nos permitió conocer a profundidad la experiencia de Carlos como docente bonaventuriano en medio de un momento tan importante y cambiante para el sector educativo, le preguntamos sobre su mensaje para quienes, llegando hasta este punto, se sintieron identificados o tal vez en desacuerdo.
Y como fue costumbre a lo largo de sus amplias respuestas, decidió que podría clasificar el mensaje para sus pares docentes, para los estudiantes y hasta para los padres de familia, a quienes cataloga como aliados del proceso de aprendizaje de sus hijos.
Pero antes, expresó: para todos en general, el mensaje comenzaría por decir que la educación es uno de esos valores de la sociedad que como un bien debe cuidarse y para el que se deben invertir los mejores recursos.
A los estudiantes hay que motivarlos con mensajes que los animen a seguir en los estudios y luchen por un futuro para ellos y para su familia con mucho amor. Y esas recomendaciones deben ser recados dedicados al positivismo de los que se preparan por un buen despertar el día de mañana; no importa la transformación que estamos viviendo, pues no deben olvidar que las circunstancias de hoy los favorecen en su manejo digital, tantas veces superior a la de su profesor, eso los hace protagonistas del cambio social.
A los padres y familiares que rodean al estudiante les hago llegar mi invitación a ser cómplices entre ustedes, sus hijos y nosotros, los docentes. Y aunque podemos comprender que la ausencia de interacción física con profesores y otros alumnos debe ser compensada de alguna manera con recursos online, videoconferencias, etc., el apoyo de los padres también es importante; y cabe resaltar que cuanto más maduro sea el estudiante y más habilidades informáticas tenga, más fácil es implantar un modelo de escuela en casa.
Al referirse al mensaje hacia sus pares docentes, quiso incluirse y automotivarse al escribir: …ajustaré mi preparación docente para que todos, incluidos padres de familia, docentes, estudiantes y cualquier otra persona que lea estos comentarios, sepan que todos los profesores de la Universidad de San Buenaventura, sin excepción, lo manifiesto, estamos conscientes del compromiso adquirido con los referentes conceptuales, lineamientos curriculares y la pedagogía franciscana establecida en un lógico acompañamiento al estudiante, para escoltarlo desde un enfoque humanista y para que pueda en sí mismo desarrollar su individualidad y potencialidad, reconociéndose como un ser humano único”.
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Extendemos una agradecimiento cordial y fraterno al profesor de Relaciones Internacionales, Carlos Alberto Bernal Román, por la disposición y la dedicación en la respuesta a los interrogantes que permitieron la elaboración de este producto periodístico, el cual sin duda se convierte en un referente del cambio que, a propósito del contexto actual, promueve la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá, para una mejor prestación del servicio educativo bajo la insignia de su calidad humana y profesional.