Chile: El estallido social al pais más prospero de America Latina
Por: Sara Quintero (Docente Tiempo Completo, Programa de Relaciones Internacionales y coordinadora del Observatorio de Política Latinoamericana (OPLA), Universidad de San Buenaventura sede Bogotá).
En Chile todo parecía normal, un país con un crecimiento económico de más del 4% y próspero comparado con sus vecinos; con una economía de libre mercado que le permitía ingresar inversión extranjera directa generando un relativo desarrollo, propiciado por la estabilidad política y democrática que por más de treinta años venia en transición, y todo esto parecía verse reflejado en su población.
Chile se desatacó frente a otras repúblicas de América Latina por haber sido capaz de construir un Estado fuerte y unitario. Los derechos humanos juegan un papel importante, dado que es el hilo delgado en crear y mantener políticas públicas en Chile que mantengan el orden en la ciudadanía y a su vez garanticen los derechos humanos de quienes alteran el orden público, por esta razón el uso desmedido de fuerza fomento también las protestas en Chile.
De lo anterior, la respuesta del presidente chileno Sebastián Piñera fue decretar el estado de excepción (recordar que en estos estados los derechos humanos pueden verse vulnerados, justificadamente con conseguir de nuevo el orden público) y saco los militares a la calle, el ultimo estado de excepción chileno fue en la agonía de la dictadura de Pinochet,
que para el escritor chileno Francisco Vejar lo que sucedió fue que dicha acción hiciera recordar a los chilenos un regreso al golpe de Estado.
Desde otros sectores académicos hablan del estallido de manifestaciones y violencia como una coincidencia al Foro de Sao Paulo (recordar que el Foro de São Paulo es un foro de partidos y grupos de izquierda latinoamericanos, desde reformistas hasta colectividades políticas de izquierda revolucionaria, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São Paulo en 1990). Y llegan afirmar que el objetivo de este Foro es establecer la “Unión Soviética hispana«, esto tomó fuerza cuando se dio a conocer un video en el marco de dicho Foro de Nicolás Maduro donde decía: “estamos cumpliendo el plan, el plan va como lo hicimos, ustedes me entienden, el plan va en pleno desarrollo, victorioso”, de esta manera muchos economistas sostienen que no es por las promesas incumplidas del gobierno chileno o por la lentitud de cómo avanza el crecimiento económico en los últimos años sino que aseguran que no es el sistema económico lo que ha funcionado mal sino los discursos políticos asociados a él. Y también afirmaron que es un plan de la izquierda puesto que, Chile en cuanto a desigualdad está igual que Bolivia y Venezuela, pero en cuanto al pib percapita que es el que refleja la calidad de vida de las personas y el poder adquisitivo de cada ciudadano es casi tres veces superior al de los otros dos países mencionados anteriormente, lo cual afirma que a la izquierda poco o nada le gusta este indicador generado a causa de la economía de mercado chilena.
Sin embargo, se pude aseverar que, las causas de las manifestaciones y violencia en América Latina son numerosas y complejas, y aunque se pueda decir que la desigualdad, la izquierda latinoamericana, las decisiones impopulares o el hostigamiento por los diversos medios de comunicación virtual y audiovisual, se logra concluir que en la región latinoamericana se pronuncia ante la indiferencia, ante la violencia estructural y cultural, como afirma J. Galtung una violencia estructural que “no permite la satisfacción de las necesidades. Esta es la peor de las violencias porque es el origen del conflicto, es la más dañina y como es complicado identificarla es difícil luchar contra ella. Si en un problema siempre una parte sale ganando a costa de la otra, se encontrara la sociedad ante un grave problema”. También vale la pena decir que existen motivaciones e injerencia de políticas de potencias externas, la falta de construcción de Estado e identidad como Nación, será siempre propicio entonces en la región discursos políticos incendiarios, pero más allá de esto lo que si se permite confirmar es que las ideologías extremistas se configuran como potenciadores de riesgo para la seguridad nacional tanto del Estado como la seguridad ciudadana puesto que, «existe el riesgo de que dichas ideologías se impongan en sociedades frustradas por la inutilidad de sus Estados, de sus élites y de la comunidad internacional para dar respuesta a sus necesidades básicas, dando lugar a conflictos sociales internos y a la proliferación de actuaciones y grupos violentos» (Pascual, 2013) e incluso podrían expandirse a otras sociedades, como se evidencio en Ecuador y Bolivia, todo lo anterior una verdadera amenaza a la seguridad.